"Sacamos un nuevo material, que por lo visto era luminoso en las discotecas, y aquel verano mucha gente joven se acercaba a nuestras tiendas para llevarse avarcas hechas con ese material”, explica Quilio Castell, fundador junto con su esposa Maria Massanet de Castell Menorca, sobre el carácter innovador que siempre hemos tenido en Castell Menorca. Aquella anécdota de los años 80 es reflejo del afán que siempre hemos tenido por renovar y adaptar la menorquina a través de la incorporación de tendencias y materiales de alta calidad. Cumplimos 34 años y lo hacemos fieles al compromiso con la calidad, la tradición y al estilo propio con el que siempre hemos fabricado.
El montaje de las avarcas de Castell se realiza en la horma en su parte final. Una técnica con lo que “se saca una mayor calidad”, explica Quilio sobre un sistema de montado con el que conseguimos que todas nuestras menorquinas sean un auténtico guante. En su origen, la avarca es un producto ideado para los payeses: un calzado hecho para largas jornadas de trabajo y con una resistencia excepcional. Una esencia que Castell no ha perdido, ya que alta calidad y tendencia van de la mano en cada una de nuestras colecciones.Siempre hemos seguido la máxima de Quilio: “Hay que adaptarse, sin dejar de lado la calidad de un producto artesanal”.
En Castell Menorca tenemos una especial preocupación por los acabados de cada una de nuestras creaciones. Fruto de ello son las asiduas visitas de nuestros modelistas, patronistas y diseñadores a nuestras tiendas para conocer de primera mano la opinión de nuestros clientes. Una costumbre que comenzó el propio Quilio y mediante la que hemos conseguido un producto inimitable. “Siempre es bueno conocer opiniones y corregir cualquier pequeño fallo que detectes”, explica el fundador de Castell sobre la preocupación y el exquisito trato marca de la casa.
Familia y equipo definen a la perfección la esencia de Castell Menorca desde su fundación en 1985. Ahora bajo la dirección de sus tres hijos (Pedro Castell, Juan Antonio Castell Ana Maria Castell), la esencia con la que Quilio y Maria comenzaron hace 34 años ahora continúa a través de generaciones de artesanos que componen los más de 60 trabajadores preocupados por cada detalle.